11 montañas que no desengañan
Me había propuesto definir el término montaña para introducir esta nueva lista de favoritos, pero creo que es un concepto que todos tenéis muy claro. Lo que ya no es tan evidente es la diferenciación con otras palabras similares, tal y como pueden ser pico, monte, colina, cerro, loma, cabezo o montículo. Se podría pensar que estos vocablos aluden a la altura de una montaña determinada, pero en muchas ocasiones la frontera entre ellas es confusa. Por ejemplo, en varios países sudamericanos llaman cerro a elevaciones del terreno que fácilmente superan los cinco mil metros, algo que sería impensable en España, donde esa expresión es equivalente a colina y denota una altura escasa.
Otro término que suele identificarse con los anteriores es volcán, lo cual es erróneo puesto que los volcanes pueden ser montañas o no serlo. De hecho, buena parte de ellos son submarinos, realidad que entra en contradicción con la principal característica de los sistemas montañosos, que es la de ser una elevación de la superficie terrestre. Sobre volcanes hablamos con anterioridad en esta entrada, pero algunos de los que nos dejamos en el tintero aparecen en esta relación que empezamos a continuación.
Porque de montañas pretendemos hablar en esta lista. Debo admitir que mi experiencia con ellas no es demasiada, puesto que mi aversión a la altura tradicionalmente me ha hecho evitarlas. No obstante, he tenido ocasión de ver, desde abajo, eso sí, algunas de gran belleza e incluso acusada grandiosidad. Como éstas que menciono aquí.
Monte Ararat (Turquía): Pocas montañas hay que sean tan icónicas como el inmenso Monte Ararat. Lugar sagrado para el pueblo armenio, donde, según la tradición cristiana, encalló el Arca de Noé, resulta muy disputado entre Armenia y Turquía, estado en el que actualmente se encuentra. Volcán inactivo cuya última erupción se produjo a mediados del siglo XIX, cuenta con dos cumbres: la más alta supera los cinco mil cien metros de altura; la segunda se acerca a los cuatro mil. No responde, por consiguiente, al concepto de monte, que suele identificarse con una elevación algo menor que una montaña y con una única cima.
Monte Hooiberg (Aruba): Aunque en su caso sea por defecto, tampoco le sienta demasiado bien el apelativo de monte a esta elevación situada en una isla caribeña. Con sus apenas ciento setenta metros de altura, el monte Hooiberg no pasaría de colina en cualquier otro lugar, pero en la casi totalmente plana Aruba es prácticamente alta montaña. Su origen también es volcánico y su denominación en neerlandés se traduce al español como almiar, debido a que su aspecto recuerda en cierto modo a un apilamiento de paja alrededor de un poste de madera.
Monte Arabí (Región de Murcia): En este caso, la denominación de monte resulta algo más adecuada debido al hecho de ser el Arabí una elevación aislada y superar los mil metros de altura. Situada al noreste de la Región de Murcia, esta montaña destaca tanto por su biodiversidad como por su geodiversidad. Aunque lo que especialmente la caracteriza son los numerosos restos arqueológicos hallados en su entorno, que van desde pinturas rupestres a cazoletas y petroglifos.
Oghab Kooh (Irán): Cambiamos de continente y nos dirigimos hacia Irán, donde se encuentra una curiosa formación montañosa que recuerda a un ave rapaz dispuesta a levantar el vuelo. Tan extraño aspecto la ha llevado a ser denominada Oghab Kooh, que literalmente significa montaña águila. Y doy fe que impresiona, tanto por su imponente imagen como por sus dimensiones, no en vano supera los dos mil metros de altura.
Montaña de la Mesa (Sudáfrica): Una imagen peculiar también la ofrece la sudafricana Montaña de la Mesa. Como era de esperar, debe su nombre a la forma completamente plana de su parte superior. O al menos eso es lo que se aprecia desde abajo, porque lo de subir hasta la cima es otro cantar. Supera por poco los mil metros de altura y a su atrayente aspecto une un extraordinario valor natural, pues tan solo en ella habitan más de dos mil doscientas especies vegetales. Si os parecen pocas, debéis saber que esa cifra supera la de todas las existentes en el Reino Unido.
Monte Kilimanjaro (Tanzania): Seguimos en el continente africano y nos acercamos hasta una de las montañas más míticas del mundo. Sentí una emoción indescriptible cuando me encontré a los pies del Kilimanjaro, contemplando su cumbre nevada que, lamentablemente, pronto dejará de estarlo para siempre. En realidad, no se trata de una única montaña, sino que la forman tres volcanes inactivos. El principal es conocido como Kibo y en su cima, localmente denominada Uhuru, se acerca a los seis mil metros, convirtiéndose en el punto más alto de África. Además, el Kilimanjaro es la montaña aislada más alta del mundo. Casi nada.
Montes Pitons (Santa Lucía): Dentro de su entorno, los denominados Montes Pitons también resultan emblemáticos. Tanto, que hasta aparecen en la bandera del país donde se encuentran, el estado caribeño de Santa Lucía. Como tal se conoce a dos conos volcánicos de apariencia cuasi gemela, que son restos de un cráter hundido en las aguas del Caribe en el pasado. Ambos se elevan por encima de los setecientos metros de altura y están cubiertos hasta la cima por un espeso bosque lluvioso.
Pico Veleta (Andalucía): Retornamos definitivamente al continente europeo y lo hacemos en Sierra Nevada. La segunda cima más alta de ese macizo andaluz es la del Pico Veleta, que con sus poco menos de tres mil cuatrocientos metros de altura es también la cuarta montaña más alta de España. En su parte superior presenta un peculiar cortado de casi quinientos metros que le proporciona una imagen característica. Posiblemente de él procede su nombre, que deriva del árabe balata, cuya traducción es tajo.
El Montgó (Comunidad Valenciana): Aproximadamente setecientos cincuenta metros mide El Montgó, cuya forma recuerda al lomo de un elefante africano si se mira desde el sureste. No destaca, por consiguiente, por su altura pero sí lo hace por sus valores naturales. Unas seiscientas especies vegetales diferentes viven en su entorno, acompañadas por numerosas especies animales también. Existen incluso trazas de poblamiento desde el Paleolítico, aunque el ser humano hace tiempo que se movió hacia terrenos menos escarpados, estableciéndose en su base.
Peña Foratata (Aragón): No habíamos hablado hasta ahora de peña, término que se utiliza para designar a un monte o cerro de apariencia rocosa. Sutiles diferencias tiene con peñón, que, a pesar de ser su aumentativo, viene a ser lo mismo aunque de menor tamaño. La pirenaica Peña Foratata es un buen ejemplo del primer caso. Se eleva hasta casi dos mil trescientos cincuenta metros de altura junto a la frontera francesa y ofrece una imagen de apariencia inexpugnable a todo aquel que pretenda escalarla.
Monte Cervino (Suiza): Acabamos nuestro periplo en Suiza, que ostenta el título oficioso de país más montañoso de Europa. En el cantón del Valais, muy cerca ya de la frontera con Italia, el fabuloso Monte Cervino se eleva hasta cerca de cuatro mil quinientos metros de altura y representa una de las imágenes más conocidas de los Alpes. Con permiso del Annapurna y de las Torres del Paine, que todavía me están esperando, posiblemente sea una de las montañas más hermosas del mundo. Da por seguro que no te va a desengañar.