Aunque seguramente fueron abundantes en el pasado, el inexorable paso del tiempo y lo peor de la condición humana han devenido en la casi total ausencia de iglesias de madera en la actualidad. Destruidas por fenómenos atmosféricos, quemadas por herejes, sustituidas por otras hechas de materiales más resistentes, comidas por la carcoma, subestimadas por el olvido, estos templos han sido tan castigados que resulta casi imposible de creer que algunos se mantengan aún en pie cuando han transcurrido muchos siglos desde que fueron edificados. Increíblemente, esto es lo que ha ocurrido en ciertos casos y, a pesar de que las amenazas siguen siendo constantes, algunos magníficos ejemplos de arquitectura religiosa en leña mantienen su porte con una dignidad encomiable.

Probablemente es de Perogrullo afirmar que la mayoría de las iglesias de madera existentes en la actualidad están localizadas en lugares de tradición cristiana donde aún abundan los bosques. Pero así es y su delimitación geográfica está claramente limitada. La región rumana de Maramureș, el sur de Noruega, el contexto sureño polaco de Małopolska, poblaciones remotas en los Cárpatos eslovacos y ucranios, donde son denominadas tsverkas, y algunos lugares de Rusia concentran la inmensa mayoría de estos templos hoy día, aunque probablemente en el pasado estuvieran distribuidos por una zona mucho más amplia.

Mentiría si afirmara que soy un experto en iglesias de madera, porque mi experiencia en la admiración de estos templos es todavía muy escasa. A pesar de ello, creo que he reunido unas cuantas vivencias satisfactorias en los que he tenido la suerte de visitar y aquí comparto algunas de ellas, siempre esperando que en el futuro el número se amplíe. Y sobre todo espero que una especie tan autodestructiva como la humana sea capaz de preservar una arquitectura tan frágil y delicada que es auténtica poesía reencarnada en leña.

Iglesia de los Santos Arcángeles (Şurdeşti, Rumanía): El templo greco-católico de los Santos Arcángeles fue construido a mediados del siglo XVIII en la pequeña localidad rumana de Şurdeşti. Se trata de uno de los ejemplos más típicos de iglesia de Maramureș y destaca por su esbelta torre, que, con sus más de setenta metros de altura desde la base de la edificación, la convierte en la iglesia de madera más alta que existe.

Iglesia de Lom (Lom, Noruega): Magnífico ejemplo de stavkirke, la iglesia de Lom está compuesta por tres naves en las cuales la central soporta mediante columnas un espacio superior. Parece ser que fue construida originalmente en el siglo XII, aunque fue grandemente remodelada durante el siglo XVII, que es cuando le fue proporcionada su actual planta cruciforme. A pesar de ser menos conocida que otras en Noruega, mantiene todavía su inexcusable aroma medieval.

Iglesia de la Natividad (Ieud, Rumanía): Dedicada a la Natividad de Nuestra Señora, la iglesia de Ieud fue construida a comienzos del siglo XVII sobre una colina cercana a la localidad del mismo nombre. Anteriormente existió en el mismo lugar otro templo, al parecer edificado en el siglo XIV y que fue completamente destruido durante una invasión tártara. Aparte de su característica arquitectura, destaca por las pinturas murales de su interior.

Iglesia de San Nicolás (Chernivtsi, Ucrania): A pesar de su aspecto exterior no demasiado atractivo, la iglesia de San Nicolás es la más antigua de la poco conocida localidad ucrania de Chernivtsi. Fue edificada a mediados del siglo XVIII y, a pesar de haber sido restaurada posteriormente, mantiene aún su aspecto original. El material usado para su construcción fue el roble y ofrece al visitante un aspecto minimalista, desprovisto del más mínimo ornamento.

Iglesia de Santa Parascheva (Poienile Izei, Rumanía): Parascheva de Epibatos fue una monja del siglo XI, que murió a la tierna edad de veintisiete años y es muy venerada en toda la zona de los Balcanes y parte de los Cárpatos. A ella está dedicada la iglesia de madera de Poienile Izei, que presenta un aspecto típico en las iglesias de Maramureș. Al parecer, fue construida a comienzos del siglo XVIII y alberga interesantes frescos en su interior.

Crédito: PTG Dudva

Iglesia de Nuestra Señora de Częstochowa y San Clemente (Zakopane, Polonia): Parte integrante de las iglesias de madera de Małopolska, la iglesia de Nuestra Señora de Częstochowa y San Clemente de Zakopane fue construida a mediados del siglo XIX, con anterioridad a la época de esplendor del conocido estilo arquitectónico local. Consta de una única nave y el interior contiene interesantes frescos ligeramente posteriores a la edificación del templo.

Iglesia de los Arcángeles Miguel y Gabriel (Plopiș, Rumanía): Consagrada a la memoria de los arcángeles Gabriel y Miguel a finales del siglo XVIII, la iglesia de Plopiș es otro ejemplo típico de la arquitectura en madera del noroeste rumano. Mantiene una planta rectangular, soportada por poderosos pilares de roble que han ayudado al templo a sobrevivir hasta nuestros días. A la manera habitual en la zona, presenta un porche de acceso y una esbelta torre rematada con una estructura piramidal.

Iglesia de Gol (Gol, Noruega): Anteriormente situada en la localidad homónima, la iglesia stave de Gol fue trasladada al Museo del Pueblo Noruego en Oslo a finales del siglo XIX. Este hecho salvó de su destrucción a esta obra maestra, construida a comienzos del siglo XIII y que estaba a punto de ser demolida por completo. Curiosamente, una réplica fue instalada hace pocas décadas en la misma población que tenía planeado acabar con ella.

Iglesia de la Presentación de la Virgen en el Templo (Bârsana, Rumanía): Conocida como Iglesia de la Presentación de la Virgen en el Templo, la de Bârsana es otro de los grandes ejemplos de iglesias de madera en Maramureș. Sus frescos interiores se cuentan entre los más renombrados de la zona y destaca también por sus fabulosos iconos. Fue construida en la primera mitad del siglo XVIII y las pinturas murales le fueron añadidas un siglo después.

Iglesia de Sfântul Dumitru Izvorâtorul de Mir (Bucarest, Rumanía): La existencia de, al menos, tres iglesias de madera en Bucarest, demuestra que este tipo de construcción no es exclusivo del norte del país, aunque frecuentemente esta tradición se haya visto abocada a la desaparición. Entre las presentes en la capital, destaca la dedicada a Sfântul Dumitru Izvorâtorul de Mir, de aspecto típico de Maramureș y de gratos recuerdos para el autor, pues su hijo pequeño fue bautizado en ella.

Catedral de la Ascensión (Almaty, Kazajstán): Y si comenzábamos con la iglesia de estas características más alta que existe en la actualidad, qué mejor que terminar con la más grande que ha llegado hasta nuestros días. Según la tradición, construida con un solo clavo, además. La catedral de Zenkov o de la Ascensión fue terminada a principios del siglo XX y sobrevivió a un tremendo terremoto poco después. Aunque su aspecto difiere considerablemente de las anteriores, no me cabe ninguna duda de que su estructura y colorido rememoran a un poema romántico tallado en madera para la eternidad.

Actualización en julio de 2017

Capilla de San Eduardo (Provincia de Río Negro, Argentina): Obra de la primera mitad del siglo XX, la capilla de San Eduardo es un pequeño templo construido a imagen y semejanza de las iglesias de madera centroeuropeas. Está situada en el interior del Parque Nacional Nahuel Huapi, concretamente en la península Llao Llao, y consta de una única nave rematada por un campanario en forma de aguja. Sus muros son de piedra y están exteriormente recubiertos por troncos de alerce, mientras que la cubierta está hecha con tejuela de esa misma madera, característica de esta zona patagónica.

Actualización en diciembre de 2021

Iglesia de la Ascensión de Dragomirești (Bucarest, Rumanía): De manera similar a lo que ocurrió con la stavkirke de Gol, la biserică de lemn de Dragomirești fue trasladada desde esta localidad de Maramureș. Sucedía esto en la primera mitad del siglo XX y desde entonces este templo, dedicado al culto greco-católico, se encuentra en el conocido como Muzeul Satului de Bucarest. La iglesia había sido construida en la tercera década del siglo XVIII y se mantiene en perfecto estado de conservación, destacando la torre de treinta y cinco metros que la remata.