Existe cierta confusión con respecto a la terminología que habitualmente se utiliza para designar a las edificaciones religiosas. Aun a riesgo de liarla más, voy a tratar de diferenciarlas de forma somera. Una iglesia es un edificio en el que tienen lugar ceremonias religiosas de índole cristiana. Es decir, el término iglesia sería sinónimo de templo cristiano y englobaría al resto de los que describimos a continuación. Una catedral es una iglesia que actúa como sede del obispado y de ella dependen el resto de los templos de esa diócesis. Una basílica es una iglesia a la que el Papa ha concedido el título honorífico de basílica mayor o basílica menor. Una parroquia es una iglesia a la que asiste una comunidad de fieles bajo la dirección espiritual de un sacerdote o párroco. Una colegiata es una iglesia que tiene un cabildo, o colegio de clérigos, pero que, a diferencia de la catedral, no es sede del obispado. Una capilla es una iglesia de pequeñas dimensiones que se dedica a una advocación en particular; puede ser una construcción independiente o estar incluida dentro de parroquias, basílicas, colegiatas o catedrales. Por último, una ermita es una iglesia, generalmente de pequeñas dimensiones y dedicada a una advocación en particular, que se sitúa en un despoblado.
Precisamente de estas últimas pretendemos hablar aquí. Como era de esperar, la palabra ermita está muy relacionada con los términos eremitorio o eremita. Eran estos últimos personas que se apartaban del mundo para dedicarse a la oración y llevar a la práctica su particular estilo de vida. Del término eremita derivó eremitorio para describir el lugar al que se retiraba el ermitaño, como también empezaron a ser conocidos estos ascetas. Y éste se extendió a su vez para incluir capillas o pequeñas iglesias que compartían una característica común: la de estar situadas en un territorio despoblado. Apartadas del mundo, tal y como ocurría con los eremitorios originales.
Además de ser pequeños templos cristianos ubicados en el extrarradio, las ermitas comparten otra característica común, que es la de estar casi siempre situadas en el sur de Europa. Generalmente en España, que es donde se encuentran éstas sobre las que hablamos aquí.
Ermita de Nuestra Señora de la Anunciada (Municipio de Urueña, Castilla y León): Comenzamos con una ermita atípica, puesto que fue producto del rediseño de una iglesia mozárabe anterior. Ocurría esto en el siglo XI y, como consecuencia, sus dimensiones no son tan diminutas como cabría suponer. Está situada a cierta distancia de la hermosa población vallisoletana de Urueña y consta de tres naves, hecho totalmente inusual para estas construcciones.
Santuario de la Virgen de la Fuensanta (Municipio de Murcia, Región de Murcia): En algunas zonas del Levante español, especialmente en la Región de Murcia, existe el concepto de santuario, que aplica a una ermita de mayores dimensiones. El ejemplo paradigmático es el santuario de la Virgen de la Fuensanta, situado sobre una colina a unos kilómetros de la capital murciana. Se trata de una edificación barroca realizada sobre otra anterior, de magnitud considerablemente más reducida.
Santuario de Santa Eulalia de Mérida (Municipio de Totana, Región de Murcia): Otro venerado santuario murciano es el dedicado a Santa Eulalia de Mérida en un lugar remoto del municipio de Totana. Edificada en el siglo XVI, esta ermita destaca por su bien conservado artesonado mudéjar y, sobre todo, por las excepcionales pinturas murales que recubren sus muros. Realizadas en el siglo XVII, muestran diversas escenas relacionadas con la santa titular.
Ermita de Belén (Liétor, Castilla-La Mancha): Si quieres seguir asombrándote con atrayentes pinturas murales, lo mejor es que te desplaces hasta la villa albaceteña de Liétor. Los frescos de la ermita de Belén fueron creados en el siglo XVIII y muestran escenas extraídas de los Evangelios. No te dejes engañar por el anodino exterior del templo, su exuberancia interior te cautivará.
Ermita de San Baudelio (Municipio de Caltojar, Castilla y León): Seguramente más sobrio aún es el exterior de la soriana ermita de San Baudelio, pero su interior es otra cosa. La Capilla Sixtina del arte mozárabe fascina al visitante de manera indudable, a pesar de que la mayor parte de sus frescos fueron expoliados y vendidos a marchantes gringos, con la anuencia del Tribunal Supremo español, en los años veinte del siglo pasado. Han pasado cien años y el resultado de tan vergonzoso episodio sigue vigente.
Santuario de la Virgen de la Esperanza (Municipio de Calasparra, Región de Murcia): Volvemos a la Región de Murcia y lo hacemos con una ermita muy poco conocida fuera de su entorno. Construido en una gruta allá por el siglo XVII, el santuario de la Virgen de la Esperanza muestra una perfecta integración en el pintoresco paisaje que lo rodea. Está localizado en el municipio de Calasparra y resulta de visita imprescindible, en mi opinión.
Santuario de Santa María Magdalena (Municipio de Novelda, Comunidad Valenciana): A unos cien kilómetros de distancia de allí, ya en la Comunidad Valenciana, el santuario de Santa María Magdalena resulta del todo punto sorprendente. Se encuentra a las afueras de la población alicantina de Novelda y es la única ermita modernista de la que tengo noticias. Fue construida hace aproximadamente un siglo y su autor se inspiró claramente en la obra del genial arquitecto Antoni Gaudí.
Ermita de San Cristóbal (Canales de la Sierra, La Rioja): Cambiamos completamente de tercio y nos dirigimos a latitudes más septentrionales. Aunque actualmente se encuentra dentro de la pequeña población riojana de Canales de la Sierra, la ermita de San Cristóbal debía estar en sus inmediaciones cuando fue construida en el siglo XII. La forma una sola nave, a la que se accede mediante una galería porticada cuyos capiteles están excelentemente conservados.
Ermita de Nuestra Señora de la Natividad (Guadamur, Castilla-La Mancha): Un caso similar es el de la ermita de Nuestra Señora de la Natividad, actualmente en el interior del casco urbano de la localidad toledana de Guadamur. Edificada probablemente en el siglo XIV, mantiene una acusada imagen mudéjar a pesar de las diferentes restauraciones a las que ha sido sometida. Conviene acceder al interior, donde una sorpresa en forma de coronas de reyes visigodos espera al visitante.
Ermita de Santa Lucía (Alcalá de Henares, Comunidad de Madrid): Seguramente ocurrió lo propio con la ermita de Santa Lucía, que a pesar de encontrarse ahora situada justo enfrente de la catedral de Alcalá de Henares es al menos tres siglos anterior. A pesar de que suele pasar desapercibido para el visitante, es posible que este templo sea el más antiguo de los que se conservan en la ciudad complutense. Al parecer, su versión original era mudéjar pero la actual muestra una imagen barroca característica.
Ermita de la Virgen de la Cabeza (Municipio de Valencia de Alcántara, Extremadura): Y para terminar, os mostramos una ermita de lo más típica. Cerca de una veintena de estas edificaciones han existido en el municipio extremeño de Valencia de Alcántara a lo largo del tiempo. Una de las que en mejor estado ha llegado hasta nuestros días es la dedicada a Nuestra Señora de la Cabeza. Construida en el siglo XV, está situada en un entorno tan privilegiado como poco accesible, tal y como solían elegirlo los ermitaños que pretendían aislarse del mundo. Diminuto, solitario y apacible, este templo encantador reúne todos los requisitos que a cualquier ermita deberían suponérsele.
